viernes, 12 de septiembre de 2014

22 de abril de 1915, inicio de la "Guerra Química".

Durante toda la Historia los humanos hemos tratado de matarnos de cientos de formas como ya sabemos pero desde mi punto de vista la menos humana es el arma química.

Esa muerte que llega de forma silenciosa sin saber quién te ataca sin posibilidad de luchar contra ella, un arma que elimina todo elemento épico o heroico a la guerra, matar de forma indiscriminada sin apenas control de su alcance.

Aunque ya sabemos que desde la antigüedad (asedio de Platea) los humanos usaron sus conocimientos químicos en el combate, no sería hasta
la Primera Guerra Mundial cuando los
gases venenosos se usaron en masa.

El rápido avance alemán fue detenido por los aliados dando lugar a una lucha de posiciones conocida como la “guerra de trincheras” en la que el avance de pocos metros implicaba el sacrificio de miles de soldados...

La evolución de la industria había producido gran números de sustancias
químicas que podrían ser utilizadas
como armas, tradicionalmente se clasifican como irritantes lacrimógenos
y los venenosos o letales.

Serían los franceses los primeros
en emplear gases lacrimógenos en este
conflicto, exactamente Bromuro de Xililo envasado en granadas de mano en
agosto de 1914.

Posteriormente en octubre los germanos lanzaron obuses con irritantes en Neuve Chapelle pero debido a la escasa concentración apenas
fue percibido por los infantes franceses.

El 3 de enero de 1915 en el frente
oriental durante la batalla de Bolimov
los alemanes lanzaron cerca de 18.000
proyectiles cargados de bromuro de xililo pero debido a las bajas temperaturas el gas se congelo por lo que el ataque se puede considerar un gran fracaso táctico al no tener en cuenta el punto de solidificación del gas.

Pero sería el 22 de abril de 1915 cuando se emplearía por primera vez gases venenosos, exactamente cloro.

Este elemento conocido también como
Bertholita o oximuriático se encuentra
combinado con otros en la naturaleza y
se puede extraer mediante electrolisis,
en la industria textil se obtiene a grandes cantidades como un subproducto  de los tintes de la empresa
IG Farben.

El ingeniero Fritz Haber, futuro premio nobel por la síntesis del amoniaco, en colaboración con la IG Farben desarrollarían el método para emplear el cloro como arma, el gas almacenado en cilindros que sería liberado y empujado por el viento hacia las líneas enemigas.

Pese a que un desertor alemán avisó a
los aliados del futuro uso de gas venenoso, el estado mayor no creyó que
los alemanes incumplieran el Convenio
de la Haya de 1907 que prohibía el uso
de estas armas.

Los alemanes deseaban romper las líneas aliadas cerca de la ciudad belga de Ypres, exactamente en la localidad de Langemarck . Las trincheras francesas estaban defendidas por tropas coloniales francesas, sería una coincidencia o un plan premeditado probar el arma con esta unidad no se
sabe.

A las 17:00 aprovechando una ligera brisa del este se abrieron los 5.730 depósitos de cloro creando una niebla verdosa que sorprendería a las tropas indígenas.

Esa sorprendente nube con olor a piña y pimienta y con un fuerte sabor metálico como recuerdan los veteranos que producía dolor en la garganta hizo huir a los africanos que dejaron un vacio de 7 kilometros en el frente.

Pero esta oportunidad no fue aprovechada ya que los soldados alemanes temerosos del gas y sin refuerzos no avanzaron como se había previsto.

Se puede decir que el primer uso exitoso del gas no fue un gran éxito militar.

Pero se abrió la Caja de Pandora, ahora el gas se comenzó a usar por ambos bandos en una competición entre nuevos gases y nuevas mascaras para combatirlos todo ello produjo muerte y
dolor en un nuevo tipo de guerra sin honor o gloria.

Según los cálculos más generalizados se estima que unos 85.000 soldados murieron y 1.176.500 fueron afectados por gases, gran parte de ellos en el frente ruso, donde se había realizado el primer intento fallido.

Bibliografía:

"The Encyclopedia of warfare" Robin Cross. Folio
"Primera Guerra Mundial" Martin Gilbert.
Esfera de los Libros “El primer ataque con gas venenoso 22 de abril 1915” Francisco García Campa.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Expediciones nazis al Tibet, La obsesión de Hitler por Shamballa.

Muchos miembros de alta graduación del régimen nazi, incluyendo a Hitler, mantuvieron enrevesadas creencias ocultas. Debido a esas creencias, los alemanes enviaron una expedición oficial al Tibet entre 1938 y 1939 ante la invitación del Gobierno Tibetano a acudir a las celebraciones de Losar (Año Nuevo).

El Tibet había sufrido durante mucho tiempo los intentos de anexión por parte de China y el fracaso británico de evitar la agresión o de proteger el Tibet. Bajo el mandato de Stalin,la
Unión Soviética persiguió encarnizadamente el Budismo, específicamente su forma tibetana, que
se practicaba dentro de sus fronteras.

Los Mitos de Thule y Vril

El primer elemento de las creencias
ocultistas nazis estaba en la mítica tierra de "Hiperbórea-Thule". Igual que Platón había citado la leyenda egipcia de la isla hundida de la Atlántida, Herodoto mencionó la leyenda egipcia del continente de Hiperbórea en el lejano norte.

Cuando el hielo destruyó esta antigua tierra, su gente emigró al sur. En un escrito de 1679, el autor sueco Olaf Rubbeck identificó a los Atlantes
con los Hiperbóreos y situó a estos últimos en el Polo Norte. Según varios relatos, Hiperbórea se dividió en las islas de Thule y Ultima Thule, que
algunas personas identifican con Islandia y Groenlandia.

El segundo ingrediente era la idea de una tierra hueca. Al final del siglo XVII, el astrónomo británico Sir Edmund Halley sugirió por primera vez la idea de que la tierra estaba hueca, consistiendo en cuatro esferas concéntricas. La
teoría de la tierra hueca disparó la imaginación de muchas personas, especialmente con la publicación en 1864 del libro del novelista francés
Julio Verne, "Viaje al centro de la tierra"

La Sociedad Thule y la Fundación del Partido Nazi.

Felix Niedner, el traductor alemán del
Antiguo Norse Eddas, fundó la Sociedad Thule en 1910. En 1918, Rudolf Freiherr von Sebottendorff estableció su sucursal de Munich. Sebottendorff
había vivido anteriormente durante varios años en Estambul donde, en 1910, había formado una sociedad secreta que combinaba el Sufismo esotérico y la Francmasonería.

La Sociedad Thule, inició a Hitler en la Sociedad y comenzó a entrenarle en sus métodos de aprovechar el vril para crear una raza aria de superhombres.

Hitler había sido de mente mística
desde su juventud, cuando había estudiado el Ocultismo y la Teosofía en Viena. Más tarde, Hitler dedicó "Mein Kampf" a Eckart.

En 1920, Hitler se convirtió en el líder del Partido de los Trabajadores Alemanes, ahora renombrado como el
Partido Trabajador Alemán NacionalSocialista (NAZI).

La Esvástica

La esvástica es un antiguo símbolo indio de inmutable buena suerte, proviene de la palabra sánscrita "Svastika", que significa bienestar o buena suerte.

Usada por los Hindús, Budistas y
Jainos durante miles de años, se generalizó en el Tibet también.

La esvástica ha aparecido también en la mayoría de las antiguas culturas del mundo. Por ejemplo, la variante que gira en contra de las manecillas del reloj, adoptada por los nazis, es también la letra “G” en la escritura rúnica medieval del norte de Europa.

Los Francmasones tomaron la
letra como un importante símbolo, ya que “G” podría significar God (Dios en inglés), el Gran Arquitecto del Universo, o podría significar también Geometría.

La esvástica es también un símbolo tradicional del Antiguo Dios Nórdico del Trueno y de a Fuerza (el Thor escandinavo, el Donner alemán, el Perkunas báltico)

Por esta asociación con el Dios del Trueno, los Letones y los Finlandeses tomaron la esvástica como la insignia para sus fuerzas aéreas cuando obtuvieron la independencia después de la Primera Guerra Mundial.

La Expedición Nazi al Tibet

Ernst Schäfer, cazador alemán y biólogo, participó en dos expediciones al Tibet, en 1931-1932 y en 1934-1936, por deporte e investigación zoológica.

El Ahnenerbe le patrocinó una tercera expedición (1938-1939) ante la invitación oficial del Gobierno Tibetano.
La visita coincidió con los renovados contactos Tibetanos con Japón. Una posible explicación de la invitación es que el Gobierno Tibetano deseaba mantener relaciones cordiales con los japoneses y sus aliados alemanes como contrapeso contra los británicos y chinos.

Así, el Gobierno Tibetano dio la bienvenida a la expedición alemana en la
celebración de Año Nuevo (Losar) de 1939 en Lhasa.

En Fest der weissen Schleier: Eine Forscherfahrt durch Tibet nach Lhasa, der heiligen Stadt des Gottkönigtums (Festival de los Pañuelos de Gasa Blancos: una Expedición científica a través del Tibet hasta Lhasa, la Sagrada Ciudad del Reino de Dios) (1950), Ernst Schäfer describió sus
experiencias durante la expedición.

Durante las celebraciones, escribió, el Oráculo Nechung advirtió que aunque los alemanes traían dulces regalos y palabras, el Tibet debía ser cauteloso:
el líder alemán es como un dragón.

Tsarong, el anterior director militar pro-japonés del Tibet, trató de suavizar la predicción. Dijo que el
Regente había oído mucho más del Oráculo, pero que él mismo no estaba autorizado a divulgar los detalles. El Regente reza a diario para que no
haya guerra entre los británicos y los alemanes, ya que esto tendría terribles consecuencias para el Tibet también.

Ambos países deben comprender que toda la gente de bien debe rezar por lo
mismo. Durante el resto de su estancia en Lhasa, Schäfer se encontró a menudo con el Regente y hubo una buena compenetración.

Lo que buscaban los nazis en el Himalaya...

Ninguna expedición de la Ahnenerbe ha dado tanto que hablar como la que emprendieron, antes del inicio de la guerra mundial, un grupo de cinco investigadores alemanes acompañados por 20 voluntarios de las SS. Para algunos presuntos "especialistas" del esoterismo no habría duda de que las SS iban en busca de un contacto con el
"Rey del Mundo", otros pretenden que indagaban sobre la "puerta secreta que abría la ruta de Agartha"...

¿OBJETIVO ARQUEOLOGICO O ESOTERICO?

La expedición en cuestión parece ser que también llamó la atención de las autoridades aliadas que en el proceso de Nuremberg inquirieron en varias ocasiones sobre este asunto. Poco pudieron aclarar.

Realizada en el marco de las actividades de la Ahnenerbe, estuvo dirigida por el
Standartenführer Schaeffer y, según han escrito algunos investigadores, se trataba de "estudiar los orígenes de la raza nórdica".

El mismo Julius Evola que conoció perfectamente los entramados esotéricos de la periferia del nazismo, albergó una pobre idea de tal expedición. Escribe: "Las SS organizaron una expedición al Tíbet, con fines alpinistas y etnológicos, y una expedición a la Antártida, con fines, según parece, de exploración y también para estudiar la eventual creación de bases militares. Según interpretaciones fantasiosas, la primera expedición habría buscado una relación con un centro secreto de la Tradición, la otra habría tendido a un contacto con la Thule hiperbórea oculta".

Evola se refiere a la expedición al Polo Sur que ha desatado la imaginación calenturienta de algunos escritores; tal expedición va siempre unida a la teoría presuntamente defendida por los nazis,
según la cual la tierra sería un planeta hueco y nosotros habitaríamos en el interior... En los documentos oficiales del régimen y en aquellos trabajos investigativos realizados con seriedad,
jamás se encuentra alusión alguna sobre esta supuesta creencia nazi.

Los nazis podían ser fanáticos, racistas, irracionalistas, pero no eran
unos cretinos.

Sin embargo, por lo que se refiere a la expedición al Tíbet las cosas son sensiblemente diferentes y la explicación se nos antoja menos simple de lo que cree Evola.

En la expedición al Tíbet existía un interés arqueológico y antropológico, pero no olvidemos que parte de las actividades de la Ahnenerbe se centraban en el estudio de las leyendas y las tradiciones y un desplazamiento de cinco científicos SS al Tíbet, secundados por una escolta, solamente podía estar interesada en los mitos y las leyendas tibetanos, el más importante
de los cuales el relativo al "Rey del Mundo", el "chakravarti" o "Señor de la Rueda".

Quince años antes de la expedición, un occidental llevado por las peripecias de la revolución rusa, Ferdinand Ossendowsky, narraba sus aventuras en un libro notable titulado "Bestias, Hombres y dioses", en el que hacía referencia explícita al Rey del Mundo
y certificando que el Barón Unger Khan von Stemberg había recibido a los emisarios del mismo y asegurando que el Dalai Lama tenía contactos
similares.

Podemos interpolar aquí el dato recogido personalmente en las proximidades de una comunidad budista europea cuyo instructor, un lama tibetano ya fallecido y suficientemente
conocido en medios budistas occidentales, estaba en posesión de una flor de Shambala.

¿A dónde nos lleva todo esto? a demostrar que en el Tíbet era en donde la tradición del Rey del Mundo estaba más viva, o lo que equivale a decir, que la tradición tibetana estaba en condiciones de renovar los contactos de Occidente con ese centro supremo, oculto desde finales de la Edad Media
(cuando se produjeron los últimos ecos de la leyenda del Preste Juan y los Rosacruces se retiraron hacia el Este).