viernes, 30 de mayo de 2014

Eichmann: a 52 años del juicio y muerte del "Arquitecto del Holocausto".

El fiscal jefe Gideon Hausner no pudo dormir durante toda la noche previa a la apertura del proceso más importante de su vida.

Hasta el último momento estaba puliendo el texto de su alegato inaugural. "No estoy solo aquí. Junto conmigo levantan su acusación seis millones (de muertos)", le espetó al criminal
de guerra nazi Adolf Eichmann cuando se inició el juicio, el 11 de abril de 1961.

Hausner calificó a Eichmann como un hombre que decidió sobre la vida y la muerte de los judíos, un nuevo modelo de asesino que realiza su sangriento trabajo sentado en el
escritorio. "Descolgaba el teléfono y los trenes se ponían en marcha rumbo a los campos de exterminio".

Una mirada retrospectiva: siete agentes israelíes capturaron el 11 de mayo de 1960 en Buenos Aires al ex jefe de la llamada sección de judíos de la Oficina Principal de Seguridad del Estado, Adolf Eichmann. Al teniente coronel de la SS nazi también se le llamaba el
"transportista de la muerte".

Durante la época nazi, Eichmann organizó la deportación de millones de judíos a los campos de exterminio
alemanes.

Aun hoy el ex agente Avraham Shalom se acuerda de cada detalle de la detención. El aviso decisivo vino de Fritz Bauer, ex fiscal general del estado alemán de Hesse, dice Shalom, que hoy tiene 85 años. "Él nos dio todos los datos: el tamaño del sombrero, el número de calzado, los retratos con uniforme".

“Yo soy Adolf Eichmann”

Al final, la oreja izquierda de Eichmann lo traicionó. "La oreja izquierda es como una huella dactilar (...). Con una cámara oculta
tomamos una foto de la oreja izquierda", relata Shalom. Luego, la oreja izquierda grabada en secreto en Buenos Aires fue cotejada con las viejas fotos. "Y entonces lo
supimos: es nuestro hombre".

El ex agente recuerda que después de su detención, Eichmann contestó "con una rigurosa minuciosidad alemana" todas las preguntas.

"Y al final le preguntamos: 'Y tú, ¿cómo te llamas'? Y él respondió: Ricardo Klement. Y nosotros le contestamos: 'No, no, no. ¿Cuál es
tu verdadero nombre'? Y entonces respondió: Adolf Eichmann". Luego, el ex dirigente nazi, secuestrado y sedado, fue llevado en avión de
Argentina a Israel en una operación del servicio secreto.

El ex policía israelí Miki Resh, hoy de 84 años, fue uno de los aproximadamente 20 agentes
de la unidad especial "Brigada 06" encargados de preparar el juicio del siglo en Israel.

"Nuestra labor era absolutamente secreta. Nos prohibieron decir dónde estábamos. Existía el temor de que ex miembros de la SS, que pululaban en toda Europa, intentasen sacar a Eichmann de Israel. Nadie podía saber dónde estábamos y qué hacíamos", cuenta el ex policía. "Hallamos muchos documentos firmados por Eichmann. Eso nos ayudó mucho".

En vista de la enorme cantidad de documentos probatorios, Hausner, el fiscal jefe, ya estaba seguro antes de que comenzara el juicio de
que "habría bastado una mínima parte para condenarlo diez veces".

Sin embargo, la idea era convertrir el juicio en una lección para la
generación joven en Israel y en todo el mundo. "Los pueblos deben saber que la intención era exterminar a todo un pueblo", apuntó Hausner. “Escuchar a los testigos ya es una tortura”

El 11 de abril de 1961 comenzó el juicio en la "Casa del Pueblo" en Jerusalén. Pese a todas las críticas, Israel se veía a sí mismo como
instancia moral autorizada y obligada a procesar a Eichmann en el propio país, no en el extranjero.

Hausner citó a más de 110 testigos. "A diferencia de los juicios de Núremberg, en este juicio los protagonistas eran los testigos,
para que el mundo pudiera conocer de primera mano lo que había ocurrido", explica Tami Hausner-Raveh al definir la estrategia de su padre, fallecido en 1990. No se puede
entender a Israel sin entender el Holocausto, subraya.

El testigo más joven fue Avraham Aviel, entonces de 32 años. Aviel relató su experiencia como único superviviente del Holocausto, cuando tenía 14 años, entre los
1.000 habitantes del poblado polaco de Dowgaliszuk.

Aviel, que hoy tiene 84 años, repite más medio siglo después su testimonio ante el tribunal:
"Vi cómo llegaba una familia tras otra, que tenían que desvestirse al borde de la fosa, ya que en sus bolsillos podría haber oro u otras
cosas, y que luego fueron asesinadas a tiros".

Hasta el día de hoy Aviel describe su suerte como un milagro, porque el pelotón de fusilamiento no se dio cuenta de que, tras despedirse brevemente de su madre, salió
corriendo y se escondió en la cuneta de una calle.

Un testigo tras otro daba cuenta de torturas, angustias mortales, disparos en las rodillas, cámaras de gas, fosas comunes, el exterminio
de poblados enteros pero también de actos de rebelión y resistencia.

"Escuchar es una tortura", apuntó el fiscal jefe. Una y otra vez se desmayaron espectadores.

Pena capital y ejecución.

Eichmann, que entonces tenía 55 años, estaba sentado dentro de una cabina de cristal a prueba de balas. La estrategia del bien dispuesto ejecutor de la "solución final" era
sencilla: sus jefes habían descargado en él toda la responsabilidad; él mismo era una
víctima; solo era un oficial que cumplía órdenes, lo que estaba obligado a hacer ya que había hecho el juramento de la bandera y estaba sujeto al derecho de guerra. "Yo solo
fui una tuerquita diminuta", se defendió Eichmann ante la montaña de documentos incriminatorios.

El proceso duró más de cuatro meses, hasta el 14 de agosto. El 15 de diciembre de 1961, el tribunal condenó a Eichmann a la pena capital
por crímenes contra el pueblo judío y contra la humanidad, y por crímenes de guerra. El comisario de Hitler para la cuestión judía fue
ahorcado el 31 de mayo de 1962.

Hasta el día de hoy, Eichmann es la única persona en los casi 65 años de historia de Israel que fue ejecutada tras haber sido condena a muerte.

La hija del fiscal jefe recuerda que una superviviente del Holocausto, que vivía en la misma casa, había increpado a su padre antes de comenzar el juicio acusándolo de haber abierto con violencia viejas heridas. "Al término del proceso", rememora Tami Hausner-Raveh, "la mujer fue hasta Hausner y le dijo 'gracias'".

miércoles, 28 de mayo de 2014

La historia de como el Mossad cazó a Eichmann.

La huida

Cuando el hundimiento del tercer Reich era seguro, Eichmann , al igual que muchos de sus colegas nazis, se escondieron en el anonimato que les ofrecía el flujo de victimas que se aventuraban
por toda Europa buscando una nueva patria. Uno de los últimos ataques de los aliados le pilló de
camino al Tirol , donde intentaría cumplir la orden de Himmler de utilizar como rehenes a los judíos
más prominentes del campo de concentración de Theresienstadt y llevarlos allí para utilizarlos como moneda de cambio. Nadie hubo quien
recogiera la orden, todos estaban demasiado ocupados en organizar su propia huida. En aquellos últimos días de la caída del tercer Reich , Eichmann permaneció en las montañas liderando una pequeña tropa. Las órdenes dejaron de llegar y fue en ese momento cuando por primera vez su mundo se derrumbó, pues a partir de ahora
tendría que llevar una vida sin líneas directrices ni órdenes. Nunca se había derrumbado antes, ni siquiera cuando envió a millones de judíos a los campos de exterminio.

Al saber que le buscaban por crímenes de guerra, inició su huida. Eichmann fue apresado días después por los americanos en las cercanías de Ulm y llevado a un pequeño campo de prisioneros. Se hizo pasar por el cabo primero Adolf Barth y enseguida se dio cuenta de que la CIC (Cuerpo de Contrainteligencia Americana ) trataba mucho mejor a los oficiales superiores. Así que en el
siguiente traslado de campo hizo subir su grado y terminó siendo Otto Eckmann , un teniente de las SS. Lástima que los americanos no fueron conscientes realmente de a quien albergaban.

Eichmann sabía que en poco tiempo le
descubrirían, así que no tardó en escaparse y esconderse por la zona de Luneburgo. Se hará llamar Otto Heninger y preparará su huida del país con apoyo de miembros de la Iglesia Católica y de la Cruz Roja. Eichmann llegará a Italia desde la
frontera austriaca siguiendo una ruta de monasterios y escondiéndose en un convento
franciscano, permaneciendo allí hasta conseguir por medio de la Cruz Roja identificaciones falsas a
nombre de Ricardo Klement. La comisión argentina de inmigración en Genova le sellará su documentación sin ningún tipo de impedimento.
Klement comprará un billete de segunda clase para Buenos Aires . Allí, se intentará labrar una segunda vida.

A la Caza

El papel de Simon Wiesenthal será decisivo en la búsqueda de Eichmann . Wiesenthal fue un superviviente del campo de concentración de Mauthausen y dedicaría toda su vida a buscar a criminales nazis. Wiesenthal sabía que la clave
para encontrar a Eichmann era localizar a su familia y no perderla de vista. Además, otro factor que a menudo se olvida, es que Eichmann
era una persona que nunca se dejaba fotografiar.

Se tenía una descripción de él, pero ninguna fotografía todavía. Para hacerse con una foto y más información, buscó la ayuda de Manus Diamant , un colaborador polaco y superviviente también del Holocausto. Manus era una especie de “ agente Romeo ”, ya que debido a su atractivo no tenía dificultades en acercarse a las viudas o mujeres de antiguos nazis para conseguir
información.
Vera Eichmann vivía ahora con su nombre de soltera, Vera Liebl . Ella no parecía caer a los encantos de Manus. Sólo sus hijos habían desarrollado simpatía por él. Cuando Wiesenthal se enteró de que Manus había organizado una excursión en bote con los hijos de Eichmann, se
alarmo y acudió al lago pidiéndole explicaciones.
Su alarma estaba bien fundada: Manus confesó su intención de ahogar a los niños de Eichmann , pues él mismo había perdido a tres hijos en el campo de concentración. Por suerte, Wiesenthal pudo pararle los pies a tiempo y alejarle de la familia.

Wiesenthal cambió de estrategia y envió a Manus a casa de Maria Mösenbacher , antigua amante de
Eichmann . En su vivienda descubrió un álbum de fotos y dentro una foto de Eichmann del año 35, ¡por fin el fantasma tenía rostro!
El tesón de Wiesenthal por no abandonar la búsqueda era increíble, pues fue el único que reconoció la maniobra engañosa que Vera
Eichmann preparó. Ella quería que se declarase a su marido oficialmente muerto. Para ello, buscó a un testimonio que declarara haber visto caer a su marido en Praga . Wiesenthal destapó el falso
testimonio y aportó otros testimonios en su contra. “Para mi fue esta acción la más importante que yo realicé en el caso Eichmann “,
diría Wiesehthal más tarde. “Si se le hubiese dado legalmente por muerto, entonces le hubieran borrado de todas las listas de buscados y se
hubiera cerrado el caso. Hubiese sido imposible haberle encontrado después. A un hombre que se le declara muerto no se le busca por ningún sitio.
Muchos de los criminales nazis se declararon muertos y escaparon así a un destino que les hubiera sido justo“

En Buenos Aires

Wiesenthal no dejó de mantener bajo observación a la familia de Eichmann , pues una vez el padre se
hubiera establecido, enviaría a su familia allá donde él estuviera. Así sucedió y por una fuente obtuvo la información de que Eichmann podría
encontrarse en Buenos Aires . Sin embargo, no fue hasta septiembre de 1957 que Fritz Bauer , un eminente jurista y también perseguidor de criminales nazis, consiguiera hacerse con la
información de una segunda fuente, la cual aseguraba que Eichmann se hacía llamar Klement y que vivía en Olivos, un barrio periférico de Buenos Aires , en concreto en la dirección de Chacabuco 4261 . A pesar de estas informaciones, se tardó bastante en enviar agentes a investigar, pues no se dio suficiente credibilidad a los informantes.

El Mossad asignó al agente Aharoni la búsqueda de Eichmann y este viajó a Buenos Aires . Allí obtuvo
apoyo de colaboradores simpatizantes que nunca tuvieron conocimientos en profundidad de la
operación.
La vivienda Chacabuco estaba vacía pero uno de los nombres que aparecía en el contador era el de
Klement. Aharoni tuvo la brillante idea de enviar a un chico con un regalo a nombre de Klement y con
instrucciones de obtener la nueva dirección, pues había visto en las actas de Eichmann que uno de sus hijos cumplía años. El chico no consiguió ninguna dirección pero por suerte, uno de los hijos de Klement trabajaba muy cerca, así que se le mostró el camino.

Se sucedieron muchas horas de ardua vigilancia y seguimiento al hijo hasta dar con el domicilio actual de la familia en San Fernando, en la calle Garibaldi. La familia vivía en una casa de aspecto pobre en una zona todavía sin urbanizar. Esto
dificultó enormemente la vigilancia.

Una vez se localizó a Klement no había que dejar pasar mucho más tiempo. El Mossad envió una unidad operativa de unas 5 personas que
observaría la rutina de la familia y prepararía el secuestro. El 11 de Mayo de 1960 a las 20 horas interceptaron a Klement cuando volvía del trabajo en colectivo. El secuestro se complica: Eichmann
parece tener una mano en un bolsillo. Aharoni sospecha que pueda llevar un arma y debido a esto uno de los agentes salta sobre él más
violentamente de lo planeado.

Klement empieza a proferir alaridos. Parece pasar una eternidad hasta que consiguen meterlo en el auto.
Aharoni arranca el vehículo y grita al prisionero en alemán: ¡No se mueva y nadie le hará nada!
Ninguna respuesta. Aharoni insiste: ¿Puede escucharme?, ¿Me entiende?, ¿Qué idioma habla?

Esta última pregunta la repite también en español. Después de unos segundos de incertidumbre se escucha a Klement decir en un alemán perfecto: "ya me he rendido a mi destino". Escuchar estas
palabras fueron un gran alivio para Aharoni , pues era un indicio de que habían atrapado al hombre
correcto.

Condujeron a Eichmann a una vivienda alquilada y le encerraron en una habitación. Un médico le
reconoció en busca de marcas identificatorias.

Encontraron una cicatriz en el lugar donde las SS tatuaba a sus miembros. Parecía claro que Klement
había intentado borrar el tatuaje.
Esa misma noche empezaron los interrogatorios, pues era importante obtener en suelo argentino una confesión escrita que justificara toda la
operación.

El interrogatorio de Aharoni se centra únicamente en que Klement confiese su verdadera identidad:

- ¿Cómo se llama? pregunta Aharoni
- Otto Heninger , asegura el prisionero.
A esta le siguen un sinfín de preguntas sobre su número de partido, altura, fecha y lugar de
nacimiento. Aharoni vuelve a insistir:
- ¿Cuál es su nombre de nacimiento?
Klement duda, pero por fin se escucha la respuesta deseada:
- Adolf Eichmann .
Todas las dificultades y riesgos de la operación se disiparon de golpe, por fin lo tenían.

lunes, 26 de mayo de 2014

A 74 años del "milagro" de Dunkerque.

Dunkerque es una de esas mentiras históricas que, a fuerza de reiteradas hasta la saciedad, adquieren rango de verdades categóricas. El propio Churchill
declaró su repugnancia –que compartía con Monty–, por que los soldados que habían participado en esa espantada lucieran una insignia conmemorativa.

Los ingleses siempre han combatido con el mar a la espalda y la Navy esperándoles para ponerles a salvo cuando las cosas se ponen feas. En España tuvimos ocasión de comprobarlo en 1809, durante
su retirada a La Coruña, que, por cierto, también presentan como una victoria. Su especialidad consiste en subcontratar las guerras –los
prisioneros austriacos en Austerlitz llevaban en sus bolsillos dinero emitido en Londres–, y sólo
cuando no queda otro remedio envían
contingentes simbólicos, en los que la logística para la retirada supera a la de combate. A España no vinieron a echar a Napoleón: únicamente mandaron un pequeño cuerpo expedicionario, que se encargó de mantener abierto un segundo frente, a costa de la desolación Española.

Volvamos a Francia y a 1940. Mientras en el norte las mejores unidades del general Giraud llegaban a Breda, en las Ardenas se abría la brecha alemana entre Sedán y el Canal. La contramaniobra obvia pasaba por que las tropas aisladas al norte
atacasen hacia el sur y las del sur hacia el norte, con el fin de romper la delgada línea de avance alemán. Esa era la orden que dio Gamelin y que Weigand confirmó. Y tan consciente era este último de la falta de voluntad inglesa, que cruzó
las líneas para transmitírselas personalmente a Lord Gort. Sin embargo, y a pesar del riesgo
asumido por el generalísimo galo, el inglés llegó tarde , así que no escuchó unas instrucciones que ya tenía decidido incumplir.

El propio Ejecutivo londinense, escandalizado, envió al jefe del Estado Mayor para que conminase
a Gort a atacar hacia el sur junto con el resto del ejército francés. Sin embargo, la retirada, el 23
de mayo, de las dos divisiones de Lord Gort del sector de Arras, no sólo dejó solos a los franceses
frente a las divisiones Panzer, sino que desbarató cualquier intento de estabilizar el frente o de mantener una cabeza de puente en las costas del Canal de la Mancha. La situación en que quedaron las divisiones del general Molinié cuando, en su flanco, se encontraron con las unidades alemanas que se habían colado en el hueco dejado por los
ingleses es perfectamente imaginable. Semejante traición no impidió a este cuerpo de ejército
mantener la posición de Lille y, así, cubrir el embarque de los mismos que les habían abandonado.

Weigand se hubiera conformado con que al menos le hubieran avisado de sus intenciones, así hubiera podido planear y reorganizar la maniobra de otra forma.

En 1914, cuando se libró la batalla del Marne, la situación era mucho más desesperada: se combatió al este del propio París. Sin embargo, en aquella ocasión French sí mantuvo su fuerza expedicionaria en la línea de fuego, y alejó a sus
unidades del Canal.
Por otra parte, la previsibilidad del reembarque ahora celebrado debe insertarse en un contexto mucho más amplio y previo. Cuando, en 1939, los franco-británicos negociaban con Stalin una alianza estratégica –en paralelo a lo que hacía Hitler–, el dictador soviético, tras afirmar que ponía sobre la mesa 300 divisiones, preguntó a sus
interlocutores por sus capacidades.

Los franceses anunciaron un orden de batalla de 100 divisiones; anuncio que cumplieron. Por su lado, los ingleses anunciaron el envío de... cuatro divisiones en un primer momento y dos más una vez transcurridos varios meses. ¡Ah!, una de ellas, blindada. Como Churchill escribió, la consecuencia fue fulgurante: el pacto de no agresión germano-soviético que
desató la invasión de Polonia.

Si asumimos que la suerte de la todavía primera potencia mundial dependía de aquella ridícula fuerza expedicionaria, deberemos concluir que Gran Bretaña se lanzó a la guerra con la más irresponsable de las preparaciones. En realidad,
debió su salvación a su insularidad y a la Royal Navy, a la que han dedicado siempre todos sus esfuerzos financieros, en detrimento del ejército y, por ende, de sus compromisos europeos.

La Batalla de Inglaterra fue un mero intento de torcer la voluntad del Gabinete inglés, pero los alemanes nunca dispusieron de los medios más elementales para cruzar el brazo de agua salvador.

En el continente, perdido el sector norte, los franceses batallaron solos en la línea del Somme en una proporción de uno a tres, y sin siquiera poder contar con una cobertura aérea inglesa adecuada, tantas veces implorada. Es evidente
que Francia entró en guerra con una táctica antidiluviana, basada en sus recuerdos de 1918.

Pero asimiló rápido la lección recibida de los alemanes y a las dos semanas ya estaba reestructurando sus divisiones blindadas, siguiendo el modelo Panzer.

Ni en los peores momentos de la primera guerra mundial se produjo una densidad de bajas, en el tiempo y en el espacio, como la registrada en aquellos soleados días de primavera.

Cien mil franceses murieron en cinco semanas de combate; los alemanes perdieron 60.000 hombres, 1.200 carros y 1.300 aviones. Fue Von Reichnau quien, al calificar el espíritu de lucha francés en mayo y
junio de 1940, dijo: "Lucharon como leones". Las valoraciones más positivas del ejército de Weigand
corrieron por cuenta de los alemanes que lo combatieron; las más despectivas, de los anglosajones. Pero, claro, tenían mucho que justificar: nada menos que Dunkerque.